La educación neoliberal, hoy impuesta en el sistema educativo del país, es el resultado de las políticas educativas que han priorizado lo material sobre lo espiritual, lo concreto sobre lo abstracto, el bien económico, por sobre los bienes culturales, el utilitarismo social, por sobre el bien social. El paradigma del dinero por sobre lo humano.
Estas políticas educativas, han venido gestándose poco a poco, de manera progresiva pero eficientemente organizada, como un cáncer irremediable, desde hace alrededor treinta años, fundamentalmente durante los últimos cuatro gobiernos priístas. El gobierno foxista actual no sólo no lo cambió, sino que se propuso exacerbar y robustecer aún más estos paradigmas que encuentran su mejor expresión y concreción en la bandera enarbolada durante el presente sexenio del “inglés y computación para todos”.
Hoy pareciera que la escuela pretende servir al modo de producción imperante más que al niño que tiene en sus manos. Proyecta sus acciones, por lo general, a la construcción de un buen empresario o a un eficiente y dócil empleado, olvidando poner, como dijera el poeta Mario Benedetti. “El acento en el hombre”. Si ello no ha permeado en su totalidad en la sociedad es gracias a maestros sensibles que luchan cada día por fortalecer algunos valores humanos en sus niños y mantienen algo de humanismo en sus actividades docentes, en aquella concepción utilitaria de la educación,
En esos fundamentos materialistas de la escuela, nada tiene que hacer el arte, ninguna razón justifica la presencia de la música. La sensibilidad humana no puede tener precio, por lo tanto no sirve. La belleza, trascendente e intemporal, estorba los principios del mercado de “úsese y tírese”. Hay que terminar con ella a toda costa. La riqueza cultural de un canto tradicional en nada ayuda a la transculturación e igualación de patrones de conducta. Por ello, en menester desaparecerla de cada rincón en donde pueda estar haciendo su labor humana. Las raíces culturales y estéticas de toda una nación sólo complican el proceso de enajenación y sometimiento a una cultura imperial. Entonces deberá quedar eliminada. La actividad musical, creativa por definición, sólo estorbaría a los procesos de sometimiento del espíritu libre del niño. Nada más peligroso y conflictivo. Se ha llegado a confundir el orden de los factores en el binomio dinero – niño, lo que hace posible encontrar sistemas pseudo-educativos que ponen al niño al servicio del dinero, en lugar del dinero al servicio del niño. Estas son las razones por las que, a mi juicio, se ha hecho posible que un material educativo tan valioso en el desarrollo de la infancia, fundamental para la vida de un ser sensible y frágil como los niños, pudiera haber sido abandonado tan abruptamente a pesar de sus gravísimas consecuencias sociales, culturales y pedagógicas.
Entre los fundamentos que la pedagogía ha evidenciado como elementales en el proceso educativo y que nos habían unido en los fines que perseguimos con nuestra labor, destacan:
- El juego: Elemento integrador de todo aprendizaje significativo para el niño. Todo educador sensible sabe que el juego es principio y fin de la educación. Es ahora, después de reconocer su valor histórico, filosófico y práctico, que el juego debiera ser evidente en todo momento en el aula preescolar.
- La educación integral e integradora: Aquella que pretende servir al desarrollo armónico y completo del niño para bien de él en primer término.
- El respeto a las necesidades e intereses de los niños: No de los medios de producción.
- La necesidad de que la educación que recibe el niño fortalezca su identidad y riqueza cultural que le da raíz y sentido: En lugar de fortalecer la imposición forzosa de la cultura imperial aún a costa de sacrificar la identidad propia del niño.
- Una educación que respete el desarrollo psico-biológico del niño, acepte sus tiempos y favorezca un acceso feliz y apacible a la sociedad: En su lugar, la escuela es motivo de angustia del niño, le ha generado problemas de salud que incluyen enfermedades antes destinadas a los adultos como: colitis, hipertensión, migrañas, diabetes y el ahora ultra famoso t.d.a.h. (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad) prueba irrefutable del fracaso evidente de los sistemas educativos imperantes.
- Una educación que valore las diferencias por sobre las similitudes: que reconozca los valores integrales del niño más allá de sus uniformidades cognitivas que pretenden igualar y achatar a los pequeños para hacer “series” de individuos lisos.