Uno de los aspectos más apasionantes y complejos del desarrollo del niño es, sin duda, el proceso de su lenguaje. Sobre él se ha teorizado y escrito infinidad de obras y tratados. En él, Jean Piaget, sustentó el origen del pensamiento y la formación de estructuras mentales superiores. El lenguaje ha sido, durante décadas, motivo de aparición y destrucción de múltiples teorías y técnicas, tanto en el campo de la psicología como en el pedagógico. Es, nuevamente la discusión de este tema, la que nos convoca a reunirnos en esta histórica y bella Ciudad de Morelia en los albores del siglo XXI.
Tal vez se ha dicho ya tanto sobre el tema, que la información pareciera enredarse y volverse cada vez más enigmática y, así, transformarse en un laberinto de considerables proporciones, pleno de caminos tortuosos que terminan en el mismo sitio y de otros fáciles que pronto se convierten en callejones sin salida. La realidad educativa muestra dolorosamente que nuestros sistemas escolares en lo general, han fracasado de notoria manera. Mientras los colegios preescolares particulares ofrecen a sus padres que los niños saldrán de esa escuela leyendo y escribiendo, los jardines oficiales insisten en señalar que no es necesario forzar a los infantes a hacerlo a toda costa durante la etapa preescolar. El hecho final, es que ambas instituciones, particulares y oficiales, alcanzarán la meta de hacer leer y escribir a la generalidad de sus pupilos para el segundo año de primaria. Sin embargo, la realidad muestra que niños y jóvenes de primaria y secundaria, no leen. El promedio de libros leídos en México es de 0.5 libros por año por persona. Todos nuestros esfuerzos resultaron vanos, no han servido para el fin que nos proponíamos: el manejo integral de su lenguaje materno. Sin duda hay excepciones que no hacen sino confirmar la regla.
El camino que la música propone, es una ruta distinta, más lógica, predecible y confortable, pero sobre todo, segura. La diferencia estriba en que la música es un lenguaje natural en el niño; es decir, los nenes nacen con la capacidad “natural” de expresarse por medio de sonidos organizados, estructurados. En otras palabras, musicales. Los bebés son capaces de comprender mensajes musicales perfectamente estructurados aún antes de nacer, por ejemplo por medio de una canción de cuna y percibir en ella sensaciones de bienestar, seguridad, confort, amor, etc. Igualmente, ellos son capaces de expresarse con precisión por medio de sonidos y silencios estructurados de tal manera que hacen que su madre, instintivamente sensible a esos mensajes, pueda comprender sus necesidades primarias: hambre, sueño, sufrimiento, dolor, higiene, etc. El niño es capaz de manejar con soltura y precisión un lenguaje complejo que posee todo aquello que un lenguaje debe poseer: letras, palabras, frases, oraciones, mensaje, emisor, receptor, ritmo, estructura, orden, fraseo, etc. Sólo que existe una gran diferencia: nadie se lo enseñó. Estaba ya ahí, en su equipaje biológico. Sin embargo, esta dotación inicial de la infancia, es, como todo su organismo, sujeto a destruirse o atrofiarse si no se alimenta y estimula adecuadamente. He ahí en donde nosotros entramos.
Para Jean Piaget, monumental psicólogo suizo, el pensamiento, propiamente dicho, no comienza sino hasta la aparición del lenguaje. Lo que él no tomó en cuenta, es que la aparición del lenguaje musical, sucede aún antes del nacimiento del niño. Este hecho psico-biológico, indiscutible desde el punto de vista empírico, podría dar pie a infinidad de estructuras mentales de pensamiento “propiamente dicho” aún antes de nacer. De ahí la riqueza infinita de la musicoterapia durante el embarazo y en los primeros meses de vida en todo lo concerniente a la construcción del pensamiento infantil.
El otro aspecto fundamental de la estimulación musical del lenguaje, sucede cuando se analiza la riqueza de un objeto bello en el proceso de estructuración del lenguaje.
La belleza, en palabras de F. Schiller, “une y enlaza los dos lados opuestos del hombre”: el pensar y el sentir. Lo concreto de lo abstracto, el ser y el hacer, en un nivel superior del individuo que él denomina el “estado estético”, en donde todo confluye, en donde todo sucede y puede ser posible. Ello, traducido a nuestro lenguaje pedagógico es, simplemente, lo que hemos anhelado toda la vida: la educación integral. Una canción bella, hace posible una influencia pedagógica trascendente en el terreno cognitivo: memoria, atención, creatividad, inteligencia, análisis, síntesis, etc. tanto como en el área afectiva: al percibir los mensajes sensibles de la obra misma, al expresar con precisión el sentimiento propio y al entender con claridad la sensibilidad del otro. Pero todo ello se hace posible al momento en que el cuerpo todo reacciona al ritmo de la melodía, se hace realidad con estructuras motrices que responden al pulso, al acento, a las secuencias rítmicas, melódicas y armónicas, en síntesis, a la estructura rítmica de la obra, desde la simple sensación pulsátil hasta la explosión motriz que significa la danza. Es entonces, una simple canción, con la sola característica de ser bella, el hecho integral por excelencia. La actividad musical entonces, puede llegar a satisfacer integralmente necesidades fundamentales del niño: de comunicación, de seguridad, de afecto, de pertenencia, de socialización, de juego, de placer, de descanso, etc.
Así, el niño percibe en la actividad musical un aliado, un elemento que le ayuda, comprensible, manejable, satisfactorio; ello garantizará que en cuanto el niño lo reciba, lo usará en infinidad de ocasiones hasta lograr extraerle toda sustancia nutritiva, por interés de él, no de su educadora. Así, encontrará en el manejo del lenguaje los satisfactores que no hemos sabido darle al niño en forma tal que garantice su uso abundante y feliz para siempre.
Es la música la que lo enseñará a hacer del lenguaje su compañero de viaje, su cómplice y su mejor herramienta para la vida: su satisfactor de necesidades. De ahí el inmenso valor de la actividad musical de calidad para el desarrollo del lenguaje en la infancia.
Una adecuada estimulación musical durante los primeros años de vida, pueden garantizar el desarrollo feliz y armónico de todas las capacidades necesarias para la estructura del lenguaje: cognitivas, afectivas y motrices.
Pablo Torres Parés. ptp@infocem.org Marzo 2006. México, D. F.
- Diario La Jornada, 23 de abril de 2002, sección cultural.
- Jean Piajet, Seis estudios de psicología infantil, Paidós, Barcelona, 1985, pp. 43 y ss.
- Federico Schiller, La educación estética del hombre, Espasa Calpe, Argentina 1943 (Colección Austral) pp. 86 y ss.